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Las misteriosas esculturas de San Agustín


No sabemos de dónde llegaron ni quiénes fueron; vivieron hace miles de años en pleno Macizo Colombiano, cerca del río Yuma, el Magdalena, con sus instrumentos para esculpir como única arma. Siempre será un misterio por qué se marcharon de un día para otro, sin previo aviso, dejando en el lugar bellas esculturas que desde entonces adornan elParque Arqueológico de San Agustín y su área de influencia, uno de los mayores complejos de monumentos megalíticos de la América precolombina.


En 1537, tras visitar la zona con la expedición del general García de Tovar, Fray Juan de Santa Gertrudis en su libro “Maravillas de la Naturaleza” fue el primero que escribió sobre estas esculturas aunque claro, vio lo que vio: “Veo tres obispos de medio cuerpo hasta la rodilla, de piedra, con su mitra y la mitra alrededor con un galán labrado, y en medio de las mitras de un lado y de otro un engaste en donde estarían tal vez engastadas algunas piedras preciosas como esmeraldas y amatistas”. Muchos años después el colombiano Francisco José de Caldas también visitó el lugar pero quien de verdad lo daría a conocer al mundo fue el etnólogo alemán Konrad Theodor Preuss quien en 1913 fue el primero en realizar trabajos de excavación con fines científicos; así que este año estamos de centenario.


Después de dos años de vivir en Colombia por fin hace unos días visité el Parque Arqueológico de San Agustín, invitada por Disfruta San Agustín y la verdad yo no vi al diablo en esas esculturas como el religioso español, sino un grandioso trabajo artístico que guarda el secreto de los hombres que las tallaron. Favio Harvey Burbano es guía del parque hace más de treinta años y nos acompaña en nuestro recorrido; nos cuenta que la zona comprende 500 kilómetros cuadrados y 19 parques arqueológicos de los que San Agustín, El Alto de los Idolos y el de Las Piedras han sido declarados por la Unesco Patrimonio de la Humanidad. Sólo el 30% de la zona ha sido investigado y mirad todo lo que se ha encontrado así que os podéis imaginar lo que queda por descubrir.


Aquí sí se siente de verdad ese realismo mágico del que tanto hablan las campañas turísticas; en cada rincón, en cada esquina, en cada escultura de piedra volcánica con sus bocas felinas de grandes colmillos, las enormes cabezas, los cuerpos rechonchos, la nariz ancha, los detalles en la vestimenta y esos ojos asiáticos y profundos. ¿Son dioses? ¿Guerreros? ¿Chamanes? Quién sabe. Las esculturas que hoy vemos al aire libre estuvieron bajo tierra miles de años, escondidas junto a las tumbas, ocultas a los ojos de los hombres y reservadas para las deidades y espíritus. Cada una está esculpida en una sola pieza, sin ensamblajes, uniones ni nada parecido.


De mi visita al Parque Arqueológico me gustó todo menos lo de Agustiniana, el nombre de la conquista con el que se empeñan en llamar a esta antiquísima cultura. Hay que buscar algo más sugerente, más atractivo, más indígena. Se aceptan sugerencias.


Artículo escrito por Toya Viudes para su blog Colombia de Una

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